martes, abril 10, 2007

GUGULANDIA / Hernan H


LA TIRA DE GARRINCHA


ENTREVISTA A MIKE PORCEL

Mike Porcel es uno de los músicos cubanos más virtuosos de la etapa marcada por la revolución de Fidel Castro. Compositor original, arreglista, hombre de teatro, creador audaz e inclinado a experimentar, hizo historia entre sus contemporáneos durante un período fértil y polémico que terminó oficialmente cuando el artista decidió abandonar el país, en 1980.
Desde entonces, su exitosa carrera cayó al vacío y Porcel pasó a engrosar la lista de los ninguneados, condenado al ostracismo durante los nueve años en que se le impidió cumplir su voluntad de emigrar.
Para muchos cubanos, Porcel es un nombre indispensable en la memoria musical de una época. Integró el grupo Dada, fue fundador y director musical de Síntesis, recorrió la Isla con espectáculos de música y poesía y compuso la canción En busca de una nueva flor, escogida como tema del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que se realizó en la Isla en 1978. La obra y trascendencia del autor de Diario y Ay del amor resultan prácticamente desconocidas para las nuevas generaciones, aunque algunas de sus canciones todavía se cantan en la Isla.
Ajeno a las escaramuzas publicitarias que dominan el mundo del espectáculo, Porcel ha transitado con absoluta discreción su exilio en España y Estados Unidos, a pesar de que su trabajo musical ha continuado siendo tan incesante como en los años previos. Ahora, radicado en Miami, sacará por fin su primer disco personal.


Usted empezó con el grupo Dada en 1968, ¿cómo fue su experiencia con los otros integrantes?

Los conocí a través de mi profesora de guitarra, Leopoldina Núñez. Ellos acababan de salir del servicio militar, se hicieron profesionales ese año. Al poco tiempo, entró Pedro Luis Ferrer. Estaba también Alfredo Arias, un músico muy talentoso, que tenía unas ideas muy avanzadas para la época. Por ejemplo, lo más usual era usar la misma célula rítmica con el instrumento que venía, si era una tumbadora, una clave, pero él lo que hacía era procesar esa célula y utilizarla con otros instrumentos. Había una búsqueda y un deseo de innovar que chocó con intereses de otros del grupo, y yo me sumé a esas ideas. Después seguí mi camino por otros rumbos.


Durante varios años estuvo haciendo el espectáculo Que hablen los poetas, con Carlos Ruiz de la Tejera. ¿Cómo surgió la idea y cómo la recuerda a la luz del tiempo?

Conocí a Carlos Ruiz en Teatro Estudio. Ahí trabajé desde 1972 hasta 1975, como asesor musical; musicalicé obras de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Beltort Brecht, entre otros, y tuve la experiencia del contacto con el teatro, con actores y directores que fueron muy importantes para mi carrera como Vicente Revuelta, Berta Martínez, José Antonio Rodríguez y el propio Carlos Ruiz de la Tejera.
Que hablen los poetas fue una experiencia bien interesante. Nos decían: 'Hay que ir a tocar allí', y podía ser una oficina, una fábrica, cualquier lugar donde no habían las menores condiciones para actuar, y nos surgió la idea de estructurar un espectáculo con guión. Le pusimos Que hablen los poetas porque estaba basado en la poesía universal, a veces se utilizaban los textos dichos y a veces musicalizados. Fue interesante porque se rompió un mito de que la gente a veces rechaza la poesía o rechaza el arte que no sea facilista.
Lo hicimos como cuatro o cinco años. Luego gané el concurso para la canción del Festival. Fue premiada, pero ellos (los funcionarios culturales) no estaban totalmente conformes con que esa fuera la canción que representara a Cuba, querían algo mucho más político y mucho más directo, y fue un año bien tenso y polémico para mí.


Durante esos años, ¿cómo era su relación con el movimiento de la Nueva Trova?

Fue conflictiva. Yo nunca me sentí parte del movimiento, para mí siempre fue un movimiento controlador y controlado por la juventud comunista. No fue más que una idea política para ponerle freno a las supuestas rebeldías de Silvio (Rodríguez) en aquella época. Sin duda, hubo un movimiento de la nueva canción no sólo en Cuba, sino a nivel mundial, que influenció a muchos compositores de la época. Pero todo el que tuviera una influencia como esa, la idea era llevarlo por los caminos que a ellos (los funcionarios culturales) les interesaban. Estéticamente nunca me sentí parte del movimiento, creo que a Pedro Luis Ferrer le pasaba lo mismo, y siempre lo decía.
Se utilizaba el nombre de Nueva Trova como una especie de continuidad con la trova tradicional, con Sindo Garay y Manuel Corona, pero eso se trajo por los pelos. Fueron distintas etapas, de alguna manera pudo haber puntos de contacto, pero no porque había una continuidad.
El hecho de pertenecer al movimiento te empezaba a marcar y venían aquellas famosas canciones de encargo, que nunca hice. Era una cosa bastante oficialista, funcionaba con plantilla, reuniones, y toda una escala bien delimitada de grupo dirigente y de lo que había que hacer y lo que no había que hacer, y lo que se suponía que se debía hacer o no.
Las reuniones casi siempre las citaba la UJC. Los más politizados eran gente como Vicente Feliú y Eduardo Ramos, quienes servían como una especie de puente entre la parte más artística y la parte más política (de los cantautores). Fui a muy pocas reuniones, pero recuerdo que eran para "bajar directivas". En aquella época había que creerse que la única música o canción que podía funcionar, o que servía en Cuba, era la que se hacía dentro del movimiento de la Nueva Trova; era la políticamente pura o aceptada.
El hecho de proyectarme cómo me proyecté —tenía canciones de amor, otras quizás más filosóficas, con otra problemática de la vida, pero nada directamente político, hablando sobre Nicaragua, o sobre Salvador Allende— me trajo la fama de no ser muy confiable políticamente. Me quedó eso como una especie de fantasma
.


¿Cómo valora el movimiento que dice ser su continuidad, el de los llamados "novísimos"?


He oído cosas de Carlos Varela, incluso una vez que pasó por Miami lo conocí, y he oído algunas cosas sueltas de distinta gente nueva. Me parece que el movimiento perdió mucho más de espontaneidad. La nueva generación, aparentemente, empezó a hacer más críticas, pero a mí me parece que fue una especie de adaptación a las circunstancias, no creo que esa crítica sea real ni creo que el movimiento ganó calidad, tampoco creo que perdió.
Cambiaron las circunstancias externas y, del hombre con la guitarra, se pasó al hombre con el grupo de rock, que en aquella época (de los setenta) se consideraba una especie de herejía. Pienso que la continuidad que hay entre los novísimos y la Nueva Trova es que al final hay control político sobre ese tipo de canción, porque ¿hasta dónde se admite la crítica en Cuba realmente? Hasta donde a ellos (los gobernantes) les conviene
.


¿Qué pasó con Síntesis? ¿Por qué se separó tan pronto del grupo?


A raíz de lo del Festival (de la Juventud y los Estudiantes), hubo una especie de apertura para los músicos, no hubo muchas barreras para hacer cosas que se salían del espíritu dogmático de la época, y entonces se crearon varios grupos, entre ellos Síntesis, Afrocuba y creo que Arte Vivo también, que estaban buscando a partir del rock pero de un rock más evolucionado, sinfónico, progresivo, menos pop rock.
Sólo estuve con Síntesis desde 1978 hasta 1979. Yo quería, y de hecho empezamos a hacerlo, explorar la experiencia que había incorporado a mi trabajo personal, con Carlos Ruiz y con el teatro, y creo que eso fue lo que produjo la división de criterios y la separación. Demandaba no sólo un trabajo musical, sino también de actuación, una búsqueda de la que hubiera podido surgir otra cosa, pero se quedó en experimento.
Lo que se hizo durante el Festival fue muy pálido. Estuvimos ensayando durante ese período con José Antonio Rodríguez, tratábamos de hacer un trabajo integral, donde el trabajo y la música de alguna manera se pudieran fundir. El grupo se fue sumando a la idea, pero hacía falta una dedicación. Después yo aprendí, con la experiencia, que no todos los músicos están dispuestos a pasar por ella. El músico es un ser bastante convencional, en cierto sentido; le cuesta trabajo romper esos esquemas de que él no va a tocar una guitarra o un violín de la manera que se toca. No todo el mundo se presta a esas búsquedas. Y éramos muy jóvenes también, tendríamos 25, 27 años. Hubo desavenencias, y yo me separé del grupo.


¿Cómo fue el proceso de su desencanto, en momentos en que estaba entre los músicos más populares de la juventud?


Yo hacía mucho que quería irme, pero hubo distintos períodos en Cuba en que las salidas estaban cerradas. Fue un proceso de frustración y de convencimiento de que, sin tener libertad, es imposible crear ni manifestarte. Cuando se creó el problema con Síntesis, a raíz del fin del Festival, el grupo decidió separarse. El Ministerio de Cultura no me apoyó, quizás la dirigencia política encontró una vía favorable de separarme. Eso fue como en 1979, y en ese año decidí muchas cosas, dejé de trabajar, estuve alejado de todo.


¿Cómo fueron su intento de salida por el Mariel y los nueve años que vinieron después?


Traté de salir el 19 de mayo de 1980. Mi familia en Estados Unidos me mandó a buscar y me llevaron al famoso (Círculo Social Obrero) Abreu Fontán, pero de ahí no me dejaron salir. Fui con mi esposa y mi hijo, que entonces tenía como seis años, estuvimos toda una noche ahí y por la mañana me llamaron y me dijeron que no me iba a ir nunca.
Lo primero que hicieron fue sacarme de todo el panorama cultural cubano, fui censurado en la radio y la televisión, me separaron del buró de contrataciones, fueron nueve años totalmente en el ostracismo. El único trabajo que encontré, como a los tres o cuatro años, fue en una iglesia, y luego me convertí en el organista de las iglesias de La Habana, organicé coros y festivales dentro de la Iglesia, y cantaba allí.


¿Recuerda algo estimulante de esa época?


Debe de haber algo… pienso que el hecho de pasar por esa experiencia siempre te enseña algo. Dentro de lo malo, fue renovadora. Realmente tengo muy malos recuerdos, una sensación de frustración de un trabajo no realizado, de siempre estar luchando un poco contra la corriente. Fue una época también de definiciones, donde conocí a los que de verdad eran mis amigos y a los que no. Fue, en un sentido, decepcionante, y en otro, esclarecedor.
De los músicos, siempre recordaré con agradecimiento y cariño a Pedro Luis Ferrer. A pesar de que se mantiene allí, desde el punto de vista de amigo y de colega, pasó por alto todo y siempre se mantuvo a mi lado, y eso nunca lo olvidaré.
De esos años recuerdo el asedio de la Seguridad (del Estado). Te citaban: 'Sabemos que estás tocando aquí en la iglesia y si sigues te vamos a llevar preso'. Creo que era una forma de intimidación. Al menos, en esos momentos, no les convenía a ellos crearse un problema dentro de la iglesia; pero quizás fue un poco de suerte para mí, porque cuando han querido pasar por encima de cosas, han pasado. Pero de alguna manera me mantuve ahí y ellos no pasaron más allá de la raya; no sé si fue un pulso entre los dos, si lo gané o si ellos se dejaron ganar.
En el año 1988, el Alto Comisionado de la ONU envió una delegación a Cuba por una serie de denuncias de violaciones de derechos humanos, y llevaban mi caso entre otros muchos miles. Pasando por alto amenazas y burlando la vigilancia, porque ellos (los miembros de la Seguridad) no querían que yo declarara, fui a declarar ante la delegación. Como a los dos meses de haberse ido ésta, me autorizaron a irme de Cuba.


¿Cómo le ha ido en el exilio? ¿Cómo es que no había grabado ningún disco?


Nunca he podido grabar prácticamente nada. Cuando llegué a España, en el año 1989, conocí a Elsa Baeza, una cantante cubana que lleva muchos años en España. Ella hizo un disco con canciones mías en 1990, que se llamó Mis momentos felices. Fue lo primero que grabé al salir de Cuba, después no he vuelto a grabar más nada.
Salí a España en un momento en que estaba el PSOE en el poder. Ahí me di cuenta cómo los progresistas europeos ya te consideran un poco enemigo de ellos. Pensé: 'Salí a un lugar ideal, tengo un trabajo hecho en español', y no fue un campo propicio para eso.
Cuando llegué a Estados Unidos, como siempre me ha interesado el trabajo de compositor para obras de teatro y cine, me dediqué a eso, a componer música original para teatro y para unos dibujos animados, y por esos caminos me he ido yendo. Prácticamente todo el tiempo que estuve en Miami trabajé para el Teatro Avante, para el Festival de Teatro Hispano, y tengo como 10 ó12 obras hechas allí.
Ahora decidí empezar a producir mis cosas y a grabarlas yo mismo, no esperar por ninguna casa de nada. Tenía un trabajo de varios años engavetado y lo acabo de terminar, estoy en el proceso de sacarlo. Es totalmente distinto a las cosas por las que la gente me recuerda. Es un trabajo que de alguna manera recoge todas mis experiencias musicales y todas las influencias musicales de mi carrera, pero es más bien música instrumental. Tiene momentos de canciones muy breves que sirven de enlaces entre los distintos movimientos musicales. Se llama Ecos.


¿Piensa en algún momento hacer un disco con las canciones que compuso en Cuba y con las que siguió haciendo después?


Yo siento que eso es como un fardo que está conmigo y que tengo un compromiso moral con eso, por muchas razones. Primero, porque creo que es un trabajo de calidad que es una lástima que se quede engavetado. Segundo, porque cuando lo miro con objetividad pienso que tiene total vigencia, ahora mismo es lo próximo que me interesa hacer.


¿Cómo compara su experiencia como músico en Cuba y en el exilio?


Aquí, quizás, no he tenido todas las posibilidades que hubiera querido, pero la experiencia de Cuba fue traumática. La de aquí es distinta, difícil. No se puede esperar que la gente crea que uno es el genio del siglo y esté esperando por lo que tú haces. Ubicarte y encontrar tu espacio lleva tiempo, y eso es parte de la experiencia.

Entrevista realizada por Ivette Leyva Martinez / Miami



CAMILO LOPEZ ENTREVISTA A PONG

Blogosfera: Alfredo Pong
Por Camilo López, desde Miami.

“De esa forma accedemos a la verdadera comunicación de masas. No hay consorcios, ni partidos ni compromisos ideológicos que puedan manipular los temas y puntos de vista. En última instancia es el propio autor quien se desnuda ante todos y nos aporta algo interesante o simplemente banal”.
Alfredo Pong, conocido caricaturista político cubano, quien llegó al mundo de la blogosfera de la mano de su hija teniendo ya un currículum soberbio, conversa con nosotros acerca del universo blog como medio de expresión individual. Inmediatamente su desconfianza acerca del manejo de la información por parte de grandes conglomerados es notable:
“No creo en las organizaciones tipo ONG (
Green Peace incluido) y que en definitiva son panfletos ideológicos también. Para mí las instituciones no dejan de ser un modo oficialista de emitir e influir en las relaciones sociales y económicas de un grupo determinado”. Por ello “la comunicación debe ser amplia, libre y abierta. Y en eso, hasta hoy, los blogs son un magnífico instrumento”.
Cuando inquirimos acerca de su obra, de sus motivaciones y delirios, nos responde:
“En la obra de cada autor se reflejan sus puntos de vista”. Y ahonda: “Yo fui una víctima más del fascismo de izquierda que rige los destinos de mi país desde 1959; una pandilla con un Padrino que ha convertido en víctima – cómplice a cada ciudadano cubano”. Es por ello que “mi trabajo en la gráfica política refleja mi posición al respecto”.
El socialismo como estafa, sea de cualquier tendencia, es una tesis vital dentro de la percepción artística y humana que Pong desarrolla con
su arte:
“No creo en el socialismo en ninguna de sus formas, porque al final son parientes de la misma familia y se apoyan veladamente pero jamás se lastiman lo suficiente como para eliminar su ideología”. Es la teoría del conservacionismo en su más pura esencia: “Se adaptan tal y como lo hacen las especies en peligro de extinción, para no desaparecer, y para ello se valen de la democracia y sus debilidades”.
Y conceptualizando su trabajo, concluye con un aclaratorio:
No vivo de la caricatura. Mi vida profesional nada tiene que ver con ello”.
Alfredo Pong percibe que la blogosfera cubana del exilio se alimenta de límites difusos, como si fuera fiel reflejo de quienes vivimos fuera:
“La blogosfera cubana está en forma dispersa en la red. La realidad cubana es tan variada como cubanos hay. Cada cual la vive según sus experiencias e intereses. Los ex pioneros no pueden ver la realidad de los ex presos políticos, ni los ex funcionarios pueden entender la realidad de los ex ciudadanos de a pie”.
Y advierte acerca de su preocupación mayor:
“Existe un sólo enemigo, que vive de nuestras remesas, que es administrador de nuestros artistas, que es censor, curandero y Gran Hermano”. Por ello su profundo escepticismo acerca de quienes se escudan en la libertad de prensa para emitir opiniones favorables acerca del régimen cubano. “Desde La Habana se dirigen muchas instituciones de las cuales se llega a creer que emiten “opiniones libres” sobre nuestra realidad”. Y es allí donde su fe sobre los medios de opinión no controlados alcanza una real dimensión: “Por eso la diversidad en la blogosfera será siempre la mejor arma contra los designios ideológicos de ese ‘hombre nuevo’ que sigue al Che y le gusta Silvio con nostalgia, y Pablo, y los Van Van y los muñequitos rusos. En resumen, ése hombre nuevo que aún sueña con el socialismo”.
Tampoco, a consideración de Pong, hay que exagerar el papel que juega la blogosfera como medio representativo del exilio cubano:
“El primer exilio lo componen personas ya muy ancianas que se están muriendo sin volver a la tierra libre que soñaron algún día. Ellos hicieron el camino. No conocen ni entienden la Internet. No tienen voz en la red y son las primeras víctimas”.
Y luego de identificar a las principales tendencias participativas dentro del amplio mundo del exilio cubano, concluye:
“El futuro de nuestra blogosfera está en manos de los que son jóvenes y dominan el campo de la web y la era digital. Sus inquietudes no pasan por la empatía. Cada cual va a sus objetivos, y ello a su vez define el lenguaje y el modo de hacer”. Aunque también considera que: “Hay mucha confusión y mucha falta de reciclaje, es por eso que hay que conocer la verdadera historia del conflicto antes de emitir comentarios y criterios. Hay que investigar y aprender a escuchar las opiniones ajenas”.
Alfredo Pong, fiel representante de
aquella estirpe de caricaturistas que molestaron a la cúpula desde un inicio, tiene las cosas claras, más allá de poses filosóficas o teorías existencialistas acerca del tema cubano:
“En mi caso personal sólo hay dos tendencias: o estás realmente contra la dictadura o a favor de ella. El resto es una eterna discusión dentro de la familia”.

LAS RAZONES DEL ODIO / Parte III

“¡Yo Estuve en la Rastra de la Muerte!”
Por el Brigadista Emilio Valdés Calderón

Parece que fue ayer, pero no: hace 40 años que invadimos a Cuba
con el propósito de liberar a la patria del comunismo.
Por tres días, del 17 al19 de abril, estuvimos peleando hasta que
se nos acabaron las balas. Ya dispersos por la Ciénaga de Zapata,
fuimos hecho prisioneros por las tropas castristas. Nos llevaron a
Girón, donde nosmaltrataron, escupiendonos,insultándonos,
amenazándonos con el paredón. El grupo nuestro fue llevado
a una casa donde habían muchos más prisioneros.
Tres de éllos fueron fusilados después. Uno fue Pérez Cruzata,
quien había estado antes con Efigenio Amejeiras, Jefe de la Policia.
En un cuarto habíamos 30 detenidos, y allí encontré a un primo mío,
quien estaba herido sin ser atendido. Al día siguiente, creo que era
el 24 de abril, nos sacaron de la habitación y afuera nos alinearon
frente a una enorme rastra. Alli estaba el Comandante Osmani
Cienfuegos (hermano de Camilo) dando órdenes.
Un individuo que después supe se llamaba Fernández Vila, del
Instituto Nacional de la ReformaAgraria (INRA) iba llamando a muchos,
incluyendo a heridos.
En esa lista caímos mi hermano Francisco, mi primo Humerto, y yo.
Cuando ya habían 110 brigadistas dentro de la rastra, los que eran
vejados por el Comandante Cienfuegos, Fernández Vila le advirtió
que nos íbamos a morir asfixiados. Cienfuegos comentó:
“No importa. De todas formas los vamos a fusilar.
Traigan 50 cochinos más”. Nuestro jefe, Ernedio Oliva, también estaba
en la rastra. Cienfuegos le preguntó que qué tenía que decir, a lo que
Oliva respondió con su nombre, rango, y número de serie.
Esto puso furioso a Cienfuegos, y ordenó que Oliva saliera del vehículo.
Esto posiblemente le salvó la vida. Estimo que ya habíamos
161 brigadistas en esas circunstancias. Más de 40 heridos fueron
tirados adentro. Cerrada la puerta lateral, la rastra fue puesta en marcha.
Tratamos desesperadamente de volcarla, lanzándonos contra los lados,
pero inutilmente. Las paredes interiores estaban cubiertas con
madera “playwood” y zinc.
Un paracaidista que sabía karate rompió algunas tablas.
Estábamos muy apiñados, y el aire comenzaba a faltarnos.
Fue horrible. La oscuridad era total. Se produjoun caos.
Muy difícil de describir aquellas escenas. En la parte de atrás de
la rastra logramos hacer algunas hendiduras utilizando los metales
de nuestros cinturones y un pedazo de hierro que apareció no se cómo.
El infierno de Dante me lució entonces un paseo por el Prado...
Logramos hacer unos cuatro huequitos de más o menos una pulgada
y media cada uno, y claro, éramos muchos para todos poder usarlos.
Esas ranuras fueron hechas como a unos tres pies del piso.
En la parte del frente se produjo una gran agitación, ya que allí no
había respiración alguna. Algunos de esos hombres, ya casi desmayados,
logramos cargarlos,pasarlos para atrás y ponerlos junto a los huecos.
Uno de éllos fue Arteaga, vecino mío en Cuba, quien prácticamente muerto,
pudimos revivirlo. Mi hermano, el viejo Guerra y su hijo estaban al lado
opuesto. Guerra nos arengó para que estuviésemos tranquilos,
diciéndonos que nos íbamos a salvar.
Pusimos nuestras camisas en las paredes para absober la humedad y
el frío de la noche, y pasándolas por nuestros cuerpos nos ayudaba a
mantenernos vivos y alertas, pues si uno caía al piso, no se levantaba más.
Ya habían algunos muertos.
Y he aquí lo que más me impresionó en aquel trágico viaje de ocho
horas...Jose Millán saltó del piso y me dio en la cara sin querer....
Me dijo que tenía esposa e hijas en Miami. Entonces me confesó que se
iba a morir en ese momento,que tenía a Jesucristo delante de él, que
nosotros seríamos salvados.
A los dos minutos cayó muerto. A mi lado.
Supimos que la rastra había llegado al Castillo del Príncipe, en La Habana,
y que después siguió para el Palacio de los Deportes,donde por primera
vezfue abierta la puerta lateral. Casi no podíamos levantarnos.
Mi hermano y el viejo Guerra me ayudaron a salir. Cuando miré hacia atrás,
vi a muchos cuerpos en el suelo. Después supimos que habían muerto nueve,
y otro que falleció poco después. Entre éllos, un joven campesino de 20 años
que no era brigadista, y así y todo lo metieron en la rastra.
Fue un espectáculo de horror.
La culpabilidad directa fue de Osmani Cienfuegos.
Muchos militares castristas en el Palacio de los Deportes hicieron gesto
de desaprobación acerca de aquella masacre e ignominia. Fue un
verdadero acto de cobardía, del que también fue responsable Fidel Castro por
respaldar a Cienfuegos.
Cuando se escriba completa la historia de Bahía de Cochinos,
se van a saber muchas cosas más.

LAS RAZONES DEL ODIO / Parte II

COMO ASESINABA EL CHE GUEVARA
Publicado en EL NUEVO HERALD d i g i t a l

Diciembre 28, 1997 por Pierre San Martin

Miami, Florida Eran los últimos días del año 1959; en aquella celda oscura y fría 16 presos dormían en el suelo y los otros 16 restantes estábamos parados para que ellos pudieran acostarse, pero nadie pensaba en esto, nuestro único pensamiento era que estábamos vivos y eso era lo importante; vivíamos hora a hora, minuto a minuto, segundo a segundo sin saber que depararía el siguiente.
Fue como una hora antes del cambio de turno cuando el crujiente sonido de la puerta de hierro se abrió, al mismo tiempo que lanzaban a una persona más al ya aglomerado calabozo. De momento, con la oscuridad, no pudimos percatarnos que apenas era un muchachito de 12 o 14 años a lo sumo, nuestro nuevo compañero de encierro.

¿Y tú que hiciste?, preguntamos casi al unísono.
Con la cara ensangrentada y amoratada nos miró fijamente, respondiendo:

"Por defender a mi padre para que no lo mataran, no pude evitarlo, lo asesinaron los muy hijos de perra."

Todos nos miramos como tal vez buscando la respuesta de consuelo para el muchacho, pero no la teníamos, eran demasiados nuestros propios problemas. Habían pasado dos o tres días que no se fusilaba y cada día teníamos más esperanzas que todo aquello acabara,
los fusilamientos son inmisericordes, te quitan la vida cuando más necesitas de ella para ti y para los tuyos, sin contar con tus protestas o anhelos de vida.
Nuestra alegría no duró mucho más, cuando la puerta se abrió, llamaron a 10, entre ellos al muchacho que había llegado último; nos habíamos equivocado, pues a los que llamaban nunca más los volvíamos a ver.
¿Cómo era posible quitarle la vida a un niño de esta forma; sería que estábamos equivocados y nos iban a soltar? Cerca del paredón donde se fusilaba, con las manos en la cintura, caminaba de un lado al otro el abominable Che Guevara.
Dió la orden de traer al muchacho primero, y lo mandó a arrodillarse delante del paredón. Todos gritamos que no hiciera ese crimen, y nos ofrecimos en su lugar.

El muchacho desobedeció la orden, con una valentía sin nombre le respondió al infame personaje: si me has de matar tendrás que hacerlo como se mata a los hombres, de pie, y no como a los cobardes, de rodillas.
Caminando por detrás del muchacho, le respondió el Che: "con que vos sos un pibe valiente"...
Desefundando su pistola le dió un tiro en la nuca que casi le cercenó el cuello. Todos gritamos: asesinos, cobardes, miserables, y tantas otras cosas más. Se volteó hacia las ventanas de donde salian los gritos y vació el peine de la pistola, no sé cuantos mató o hirió. De esta horrible pesadilla, de la cual nunca logramos despertar, pudimos darnos cuenta despues, en la clínica del estudiante del hospital Calixto García, a donde nos habian llevdo heridos. Por cuanto tiempo no lo sabríamos, pero una cosa sí estaba clara, nuestra única baraja era la de escapar, única esperanza de superviviencia

LAS RAZONES DEL ODIO / Parte I

El Mariel y la cortina de espinas
Publicado el martes 10 de abril del 2007
OSWALDO PAYA
Comienza el mes de abril de 1980 y varias personas entran violentamente en la embajada del Perú estrellando un autobús contra el portón. Los custodios cubanos disparan y uno de ellos muere en el cruce de esos disparos. El gobierno cubano anuncia que retira la guardia de protección a la sede diplomática. Entonces miles de cubanos comienzan a peregrinar desde todas partes del país rumbo a esta embajada y más de 10,000 entran en la instalación y los jardines, donde permanecen varios días en espera de salvoconductos para salir de Cuba. Unas dos semanas después comienza el puente del Mariel, puerto por donde salieron unos 125,0000 cubanos hacia la Florida.
Más que una crónica se impone una reflexión sobre los horrores de esas jornadas, sobre los que hubo antes y los que continúan. El fin no justifica los medios y nadie tiene derecho a dañar a otros en su afán de salir del país. Al mismo tiempo preguntamos: ¿por qué el gobierno cubano ha perseguido y castigado a los que deciden irse?
Cuando los cubanos se iban en los años sesenta y setenta, nos parecía que era para toda la vida y en cierta medida fue y es verdad. Fueron desterrados. Las despedidas fueron y son desgarradoras, casi siempre envueltas en la crueldad del Departamento de Inmigración, cuyos funcionarios muchas veces no escatiman en desprecio, humillación y desinformación con tal de causar el mayor daño y dolor posible a los que se iban y aún hoy a muchos de los que se van.
La lista de sufrimientos por las humillaciones, las ofensas, las exclusiones, las burlas, la pobreza a que eran sometidos es muy larga y debe hacerse con los testimonios de miles y miles de cubanos, a los que hasta en el mismo momento del despegue del avión, se les mantuvo la sangre congelada por el pavor que causa la posibilidad de ser bajado de la nave y lanzados nuevamente al abismo de la condena maldita, que se tornó especialmente despiadada para los que dijeron: ``Nos vamos''.
Sólo recordaré cómo las autoridades retenían el permiso de salida de una familia durante meses o años, esperando a que uno de sus hijos varones cumpliera los 15 años, edad en que no podría abandonar el país por la ley del servicio militar obligatorio, para entonces otorgarles el permiso de salida en ese momento. Así muchas familias tenían que escoger entre salvar a unos hijos dejando a otros o quedarse todos. La vida se congela para las familias que solicitan un permiso de salida que en una época duraba años o nunca se otorgaba.
Muchos fueron expulsados de sus empleos, enviados a trabajos forzados durante años en espera de ese permiso de salida, hombres y mujeres, fichados por la Seguridad del Estado, perseguidos y catalogados como apátridas y gusanos. Las autoridades hacían y hacen un inventario de todo lo que posee la familia que pretende irse del país, incluyendo las joyas personales, sobrecamas, muebles, artículos electrodomésticos, automóvil, herramientas, lámparas y la casa. El permiso de salida incluía la confiscación de esos bienes y muchas familias guardaban todos los objetos que podían para evitar su rotura y deterioro y vivían en la mayor precariedad, inseguridad y angustia durante años, sin usar sus ahorros bancarios pues también serían y son confiscados íntegramente.
No era un limbo sino un infierno. Todavía se confiscan los bienes de los que deciden salir y son castigados con el rótulo de ''salida definitiva''. Eso es destierro.
Recordemos que en Cuba viajar no es un derecho ciudadano. El solo hecho de que los cubanos tengan que pedir permiso y esperar sin derecho propio ni posibilidad de reclamación alguna para entrar y salir de su propio país es una de las más crueles violaciones de los derechos y sentimientos de las personas. Pero esto es también una expresión, un componente de una realidad esclavizante: la posesión de la persona por el poder político.
Esta posesión de la persona en el contexto del totalitarismo está presente en cada aspecto de la vida. Esa propiedad es siempre malhabida y mal tenida porque las personas no tienen vocación de ser propiedad de nadie` Dios las creó en la condición de hijos y, por lo tanto, con el don inalianable de la libertad.
Tener, viajar, comerciar, hablar, desarrollar cualquier actividad que implique libertad puede entrar en contradicción con esa condición de poseído y con el poder poseedor. Es por eso que hay tantos controles, regulaciones, restricciones o negaciones de lo que todos conocemos como derechos humanos y de cuanto un ser humano pueda hacer libre y sanamente. Al régimen siempre le molesta y preocupa que el esclavo haga algo fuera de su control o autoridad. Imagínense ustedes cuando ese ser humano dice: ¡Me voy, ya no seré más tu propiedad!
El tratamiento aplicado a quien dijo ''me voy'' y a su familia lleva la misma descarga de odio y crueldad que daban los esclavistas a los cimarrones. Mucho queda por decir sobre este ``tratamiento de castigo en el predestierro''.
Pensemos entonces en la conmoción del régimen totalitario cuando cientos de miles, quizás varios millones de cubanos dijeron al unísono: ''Nos vamos'' por el puente del Mariel.
Pero antes de llegar al puente del Mariel tendrían que atravesar la Cortina de Espinas, una cortina que se había tejido durante las dos décadas anteriores y que aún existe. Nuestra esperanza no está solamente en que desaparezca esa cortina de espinas, sino en que los cubanos tendrán en su propio país la libertad y las oportunidades que ahora salen a buscar en otras tierras.
Coordinador del Movimiento
Cristiano Liberación