1.- No ser blanco y no vivir agradecido y postrado ante la Revolución castroprocerista. Ni observar el legado del componente eugenésico y facistoide de la identidad vernácula a lo largo del último siglo. Mmm… mal precedente psicopigmentario para una épica prestablecida por el etnocentrismo hispanoinsular
2.- Tener miedo y saltar por encima del instinto al punto de convertir este salto en ejercicio de rutina. Este síndrome es preocupantemente atípico para los aplicadores de los excesos de poder y para los que pasivamente se pliegan al mismo. Genera turbadoras sensaciones de estorbo y envidia malsana tanto entre detractores como entre supuestos partidarios
3.- Ser cubano, caribeño, mestizo, afrodescendiente y no tener, sin embargo, temperamento para la violencia. Aquí hay un serio problema de coherencia idiosincrásica. Para los martianos, no hay nada más lejos del maceísmo. Para los aguerridos maceístas, simplemente este hombre no existe. Considérese como una mulatez desubicada antropológicamente
4.- No querer exilarse. Una actitud que se pudiera considerar poco historicista. Los grandes patriotas conspiran, parten al exilio y luego regresan a completar su obra. Permanecer en el territorio es una reiteración matemáticamente peligrosa que violenta la lógica de la recuperación postcarcelaria y la presunción de treguas. Para un gobierno, una sociedad y una historia nacional que se regodean en la coerción y la violencia esta conducta es completamente desleal y disfuncional
5.- Ser médico de profesión y no ser excombatiente de gesta o misión alguna, ni exmilitante de nada. Además, pronunciarse al mismo tiempo contra la represión, las violaciones del sistema sanitario, el uso de las armas y la pena de muerte. Un verdadero dolor de cabeza para los perseguidores porque tienen que estarle inventando causas penales a expensas del descrédito de las acusaciones. Y otro dolor de cabeza para los belicistas del exilio intransigente que lo menos que necesitan es un pichón de negro sin machete en mano y con vocación de Varela
6.- Poseer cualidades fotogénicas. Figura apuesta, rostro anguloso e interesante, expresión vivaz, noble y altiva, cercana a la beatitud presumida de Denzel Washington en su roles heroicos. Magnolia Pictures se gastaría su buena suma para usarlo en algún thriller de implicaciones políticas. Y aún con la sonrisa desvencijada por el maltrato, los fotógrafos de AP y EFE se disputan las mejores instantáneas del mulatón contestatario. Eso representa inconveniente sobre inconveniente. Primero, porque pone en peligro el control mediático de la publicidad revolucionarista de la dictadura. Segundo, porque el liderazgo senil de los Castro ha perdido, con los estragos de la edad y el desprestigio, el carisma fotográfico de antaño y cela las competencias
7.- Evidenciar un testoteronismo moderado, compatible con tiempos y contextos más emancipados. El moreno muestra fibra muscular, levanta el brazo con energía para hacer el signo de victoria, su voz se proyecta viril, el lenguaje corporal comunica firmeza, pero el discurso alza vuelo hacia el gandhismo, y ama a su familia, no le pega ni a una mosca, aguanta empellones policíacos con gallardía, profesa públicamente su devoción religiosa, perdona a sus verdugos… Habla de paz, de cristianismo, de respeto a los derechos humanos. Se muestra estoico tras las rejas. Es optimista y sereno en su callejeo disidente, ignorando soberanamente las tradiciones armamentistas y dramáticas de la cojonudez patria. Mi experiencia como cubano me hace dudar que ese camino le gane adeptos entre la tribu. Pero puede que me esté equivocando. A lo mejor Oscar ya significa otra cosa en nuestra modernidad. Tal vez este sea un auténtico prototipo del cambio. De ser así, a la larga sería un inconveniente más, en particular para él. Sobre todo a los fines de conservar una vida autónoma con probabilidades de longevidad
Visto así, para el cubano medio resulta todo un desafío ser Elías Biscet. Implica demasiado estrés apegarse a un perfil como el de él.
2.- Tener miedo y saltar por encima del instinto al punto de convertir este salto en ejercicio de rutina. Este síndrome es preocupantemente atípico para los aplicadores de los excesos de poder y para los que pasivamente se pliegan al mismo. Genera turbadoras sensaciones de estorbo y envidia malsana tanto entre detractores como entre supuestos partidarios
3.- Ser cubano, caribeño, mestizo, afrodescendiente y no tener, sin embargo, temperamento para la violencia. Aquí hay un serio problema de coherencia idiosincrásica. Para los martianos, no hay nada más lejos del maceísmo. Para los aguerridos maceístas, simplemente este hombre no existe. Considérese como una mulatez desubicada antropológicamente
4.- No querer exilarse. Una actitud que se pudiera considerar poco historicista. Los grandes patriotas conspiran, parten al exilio y luego regresan a completar su obra. Permanecer en el territorio es una reiteración matemáticamente peligrosa que violenta la lógica de la recuperación postcarcelaria y la presunción de treguas. Para un gobierno, una sociedad y una historia nacional que se regodean en la coerción y la violencia esta conducta es completamente desleal y disfuncional
5.- Ser médico de profesión y no ser excombatiente de gesta o misión alguna, ni exmilitante de nada. Además, pronunciarse al mismo tiempo contra la represión, las violaciones del sistema sanitario, el uso de las armas y la pena de muerte. Un verdadero dolor de cabeza para los perseguidores porque tienen que estarle inventando causas penales a expensas del descrédito de las acusaciones. Y otro dolor de cabeza para los belicistas del exilio intransigente que lo menos que necesitan es un pichón de negro sin machete en mano y con vocación de Varela
6.- Poseer cualidades fotogénicas. Figura apuesta, rostro anguloso e interesante, expresión vivaz, noble y altiva, cercana a la beatitud presumida de Denzel Washington en su roles heroicos. Magnolia Pictures se gastaría su buena suma para usarlo en algún thriller de implicaciones políticas. Y aún con la sonrisa desvencijada por el maltrato, los fotógrafos de AP y EFE se disputan las mejores instantáneas del mulatón contestatario. Eso representa inconveniente sobre inconveniente. Primero, porque pone en peligro el control mediático de la publicidad revolucionarista de la dictadura. Segundo, porque el liderazgo senil de los Castro ha perdido, con los estragos de la edad y el desprestigio, el carisma fotográfico de antaño y cela las competencias
7.- Evidenciar un testoteronismo moderado, compatible con tiempos y contextos más emancipados. El moreno muestra fibra muscular, levanta el brazo con energía para hacer el signo de victoria, su voz se proyecta viril, el lenguaje corporal comunica firmeza, pero el discurso alza vuelo hacia el gandhismo, y ama a su familia, no le pega ni a una mosca, aguanta empellones policíacos con gallardía, profesa públicamente su devoción religiosa, perdona a sus verdugos… Habla de paz, de cristianismo, de respeto a los derechos humanos. Se muestra estoico tras las rejas. Es optimista y sereno en su callejeo disidente, ignorando soberanamente las tradiciones armamentistas y dramáticas de la cojonudez patria. Mi experiencia como cubano me hace dudar que ese camino le gane adeptos entre la tribu. Pero puede que me esté equivocando. A lo mejor Oscar ya significa otra cosa en nuestra modernidad. Tal vez este sea un auténtico prototipo del cambio. De ser así, a la larga sería un inconveniente más, en particular para él. Sobre todo a los fines de conservar una vida autónoma con probabilidades de longevidad
Visto así, para el cubano medio resulta todo un desafío ser Elías Biscet. Implica demasiado estrés apegarse a un perfil como el de él.
6 comentarios:
Para mi, sería un excelente candidato a la presidencia en una Cuba Libre. Sorpresas aparte...
Pero no actuemos como el cuento del Cántaro a la Fuente, primero la libertad y la democrácia y luego el libre juego de las elecciones.
Pero bueno, pero bueno...!
De las siete razones, en cinco alude Chuchi Rosado al negro.
Y se me hace (bueno, también puedo estar equivocado) que hay unas ganas muy grandes muy graaaandes de tener un negro en el bullpen.
(ahora que me acuerdo...cómo se llamaba el negrito este que era muy famoso.... orama, ocama....obama! vaya , me acordé)
Ufff, que trabajo.
Fernando Ortíz nunca se equivocó al definirnos. ¡ Qué pena..!
Soy bruto, disculpen Srs. intelectuales, pero yo veo al negro, como aqui lo llama mi amigo Rosado, como un hombre de nuestro tiempo, valiente donde hay que serlo, dentro del pais. Los demas somos una sarta de emigrantes que nunca le hemos tirado un gollejo a un chino, y que escribimos comentarios muchas veces ambiguos en estos blogs.
Rosado, realmente eres rosado, como el negro es negro?
Anónimo, ser bruto se quita aprendiendo, pero ignorante es otra cosa, no séa cuales emigrantes te refieres porque muchos somos exiliados, y muchos de esos exiliados, no solo le tiraron un hollejo a un chino sino que pagaron muy caro su papel en la lucha directa contra el castrismo DESDE un inicio, otros muchos murieron, o fueron asesinados o fusilados, no sé dónde estabas cuando eso ocurrió, pero antes de emitir una opinión tan a la ligera deberías encender el cerebro antes que la lengua.
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