jueves, noviembre 13, 2008

GUITARRAS Y VINOS CASEROS


Jorge Herrera ( Piquito ) y yo ensayando.(1965)

Mi madre me despertó con la guitarra como si fuera un escudo, en medio del sopor del sueño, la visión del instrumento me produjo un vuelco al corazón que todavía lo recuerdo, me olvidé del desayuno y solo atinaba a pulsar las cuerdas tratando de sacarle alguna melodía en una sola cuerda, olía a madera fresca, y las chapillas nacaradas de sus llaves eran como joyas para mis ojos, me vestí, y con el instrumento en mano me fuí en busca de mis amigos en la cuadra; tenía 14 años y ese era el mejor regalo que había recibido hasta el momento en toda mi vida.
Mis amigos ante tal maravilla se pasaban la viola de mano en mano, todos imitando lo que imaginabamos sería uno de los muchos cantantes y grupos que escuchabamos a escondidas en la WQAM, en el radio de pilas alemán de Miguelito, esa noche teniamos cita con las muchachitas de la cuadra para ir a El Gallito de Santa Catalina a comer perros calientes, sandwich de mortadella y queso y batido de chocolate, todavía en 1965 podíamos disfrutar de esas “exquisiteces “, y como un rito ibamos los viernes en la noche, atravesando toda la barriada de Santos Súarez, tarareando las canciones de Los Beatles, o de los Beach Boys, cuya letra no sabiamos pero que imitabamos aceptablemente, ganandonos la aprobación y la admiración de las acompañantes, ninguna era novia de ninguno, pero estabamos en plena época de flirteo, y eso era suficiente, alguien comentó lo de la guitarra y casi todas nos preguntaron al unísono:
- ¿ Y cúando los vamos a ver tocando para nosotras?
El acabóse, quien iba a tocar el instrumento si nadie sabia siquiera afinarlo. La noche terminó con algún que otro besito y apretón pero nada más, yo no dejaba de freirme los sesos tratando de buscar la forma de aprender lo más rápidamente posible a tocar la guitarra…y cantar.
Pasaron los días y Manolito me trajo la buena noticia, sabía la dirección de un profesor de guitarra en el barrio vecino de Luyanó. Es en Municipio entre Acierto y Atares , me ratificó Manolito ansioso por llegar.
Llegamos por la calle Municipio, a una casa de madera, despintada sin portal y reseca por el sol, la puerta semi-abierta asegurada con un gancho, por cuya rendija se filtraba los compases y pulseo de cuerdas de una guitarrra:
- Llegamos, me dije, y abrí la puerta, en la sala estaba un señor enorme en camisetas, con los ojos entornados, de piel rosada, un clásico gallego al decir de los cubanos, calvo pero con un rostro noble, que me inspiró confianza en el mismo instante que le conocí, su nombre: Modesto Bárcias
el saludo respetuoso, y a mi solicitud el luthier me hizo una pregunta definitiva:
- ¿ Para qué quieres aprender a tocar la guitarrra ?
yo con toda sinceridad le repondí:
- Para enamorar muchachas y conseguir novia.
El viejo soltó una sabrosa carcajada y me dijo, entonces echa’paca porque si me dices que para dar conciertos te mando para el conservatorio, yo solo enseño la guitarra para pasarla bien con los amigos y disfrutar la vida que es muy corta y muy dura. Y acto seguido nos puso a mi y a Manolito a cantar con él, cosas de la trova vieja, Longina, ese día sentí que de mis pies brotaban unas raices que nunca más se separarían de ese lugar, había encontrado la mejor forma de sentirme feliz.

Acordamos las clases en días alternos, siempre que trajera la lección bien aprendida y ejecutada, el primer día llegué con media hora de adelanto, y me senté en la sala mientras el profesor daba su lección a otro alumno en el pasillo-patio lateral de la casa, donde siempre habia una sombra y un fresco muy agradable, las tres primeras habitaciones eran el salón y el resto lo ocupaba el taller donde se construian las guitarras y tres; al finalizar la clase, se asomó el maestro sorprendido ante mi puntualidad, y con agrado, me dijo: - Hoy te ganaste tu primera catadura de vino casero. Yo imaginaba que se refería a algún tipo de ejercicio o de clave musical, pero resultó que entre los hobbies del profesor estaba la producción de vino casero de todo tipo de frutas, flores y hasta de Té, el primer sorbo resultó ser de vino de fruta bomba, servido en una suerte de taza sin asa casi conica de aluminio, donde apenas cabian tres sorbos. Y agregó:

- La música y el vino mejoran con el añejamiento.

Y de inmediato tomó mi guitarra, luego de examinarla un buen rato, tocarla, pulsarla y calibrarla me dijo: el brazo está vencido, pero yo te lo voy a arreglar, y te lo cobro aparte a los 30 pesos al mes que hemos acordado por las clases, para mi esa suma era una fortuna, pero accedí sin saber si mi madre podría asumir ese pago adicional, la bondad de Modesto, hizo que me diera en prestamo una guitarra mientras reparaba el defecto de la mía. Cada día al llegar a la clase se sentaba frente a mí, y yo ejecutaba la tarea de una pasada, el escuchaba con los ojos cerrados, y al finalizar hacia sus comentarios y corregia los defectos, cada vez que superaba la leccion anterior me regalaba una cata de vino, cada vez de diferente sabor y textura, y me explicaba sus métodos y cuidados en la confección de sus tesoros como le llamaba, y siempre me recordaba: - Cuando llegues a la primera categoria que es “ acompañante” entonces te mostraré mi colección de vinos.
Pasaron los meses y ya podía acompañar no solo al maestro sino que ya habia sacado algunas canciones de moda, desde luego de la radio americana, pero no me atrevía a mostrarselo al maestro porque su pasión era la musica tradicional cubana; pero un día un amigo me prestó la partitura de “ From Me To You “ de The Beatles, y con temor se la llevé en la próxima clase, el tomó los papeles y comenzó a tocar aquella melodía a la primera lectura, que sonaba clara, alegre y muy “ americana”, ante mi asombro y alegría, se sonrió y me dijo con cariño:

- ¿ Pensaste que el viejo no sabía leer música ?

- No. le respondí, - Pensé que esa música Ud no la tocaba ni la disfrutaba, porque no es clásica o de la trova vieja. Entonces me dio la lección más importante de todas las que me regalaba a diario:

- No existe música clásica ni popular, solo existe música buena o mala y esta suena muy bien.

Pasaron las semanas y un día, a la hora de mi clase, estaba el maestro escuchando ensimismado a un guitarrista mulato, que estaba ejecutando una pieza desconocida pero llena de compases y estilo muy “ a lo Beatles”, al terminar el maestro exclamó complacido:
- ¡ Muy bueno eso Lombida ¡ y mirandome le dijo:

- Mira, este chinito que ves aquí, es un pichón de beatles de esos como tú…

Lombida que asi se llamaba el músico, me estrecho la mano, y me preguntó:

- ¿ Qué tiempo llevas en la guitarra ?

- Meses, le respondí.

- A ver tócame algo. Y me dió su guitarrra que era un instrumento suave con un sonido excelente.

Toqué “Michelle” de los Beatles, y pude ver que se complacía con una sonrisa. Cuando terminé, agregó:

- Otro que se te va, Modesto. A este no lo coges tocando trova ni en sueños. - Vas bien muchacho.

Me regalo el elogio y enseguida quitandome la guitarra, ejecutó un arreglo suyo de “Day Tripper” que me dejó boquiabierto, y luego alardeando puntualizó:

- Y eso que no soy guitarrista, lo mio es el piano.

A Lombida , le volví ver años despúes cuando estando yo becado, y ensayando con un grupo que formamos en el Instituto Hnos Pais, llegó invitado por el pianista del grupo, y como siempre ejecutó en la guitarra una de sus piezas magistrales, y sin dar tiempo a los elegios agregó, lo que antes habia escuchado en casa de Modesto:

- Y eso que no soy guitarrista, lo mio es el piano.

El contacto con Lombida, me permitió entrar al campo de la creación y la experimentación con la guitarra, y me propuse al menos intentar tocar lo más cercano posible a ese estilo tan distinto y diferente, busque las posiciones y acordes del estilo “Feeling” acordes que tenian mucho de lo que los brasileños usaban en la samba y la corriente “tropicalista” que hacia furor entre los guitarristas en Cuba, y estando en ese proceso, formamos un combo ( asi se llamaban los grupos musicales de entonces )
Lo formaban, Jorge Herrera ( alias Piquito ), el negro Rincón en la percusión, Eduardo un guitarrista que tocaba el contrabajo ( ni soñar con un bajo eléctrico ) y Nivia una muchacha que estaba estudiando canto y tenia un registro muy amplio; por aquel entonces había en la radio un programa muy popular llamado “ Sorpresa Musical “ conducido por un locutor de voz muy sedosa y grave llamado Chucho Herrera, y por haber ganado una de las tantas emulaciones del sistema educacional, se habia elegido transmitir en vivo el programa al mediodia desde el teatro de lo que fue “ Las escuelas Pias de la Vibora “, entonces E.S.B “ José María Heredia”, era la primera vez que me enfrentaba a un público, y estaba muy nervioso y mareado ( gracias a Modesto mi profesor de guitarra ) y todavia me dolían mucho los dedos y poner un acorde con cejilla era toda una tortura sin hablar de la fuerza que habia que tener en la mano izquierda para sostener las posiciones de los dedos durante una canción, pero ese era asunto mío, y como recurso utilicé una cejilla portatil metalica para poner más “suave” las cuerdas claro está eso me obligaba a cambiar los tonos de cada canción de su versión original, recuerdo que habíamos ensayado una canción titulada “ Y por Tanto” que cantaba Charles Aznavour por esa época, para colmo venía de invitada una cantante muy joven y nueva y que no venía con grupo acompañante asi que el director del programa nos pidió a última hora que acompañaramos a la invitada …sin ensayo previo, salvo unas palabras que me dijo aquella muchachita de ojos muy verdes:

- Yo la canto en Mi mayor …

y asi lo acordamos, el bajo se rehusó a participar pués no sabía “transportar los tonos” así que decidimos que seríamos : el batería, la cantante y yo.
Luego de tocar con el combo y Nivia, todo salió bien, y entra el locutor Chucho Herrera y anuncia a la nueva revelación, yo que era un novato de lo más novato posible, arranqué tocando sin percatarme que estaba tocando con la cejilla metálica en el tercer traste de la guitarra o sea que le había subido 3 tonos a la canción, y no me percataba que ella me miraba y seguía cantando y terminó con esa tremenda voz que siempre tuvo, y los plausos fueron tremendos y Chucho alentando al publico a un bis más fuerte y yo no esperé al final salí como un rayo y no paré hasta llegar a la calle, dicen que todos me estuvieron buscando, pero yo solo recuerdo que antes del acto mi maestro Modesto me habia hecho el honor de enseñarme su colección de vinos caseros y se empeño que probara los mejores o sea casi todos, y en aquella época no sabía distinguir entre el mareo por el calor y los nervios o una simple borrachera, así llegué al acto con la idea fija de que la cejilla salvaría la primera presentación del combo, nunca imaginé que iba a acompañar a Maggie Carles sin ensayo y por mi error, en una canción 3 tonos por encima de lo acordado.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenisimo cuento, Alfredo--no sabia que eras aficionado de la guitarra.

Güicho dijo...

Encantadoras memorias, Pong. ¿Y qué prevaleció luego, el amor al alcohol o el vicio de la guitarra?
Saludos

Anónimo dijo...

la música es para mi un alimento esencial, no tomo ningun tipo de alcohol desde que siendo músico en un grupo en el año 1970, sobreviví a un envenenamiento colectivo con alcohol de madera en una fiesta en el Casino deportivo, fui el unico sobreviviente, desde entonces quedé sensible al alcohol y no he vuelto a tomar desde entonces, sin embargo aún toco con los muchahcos del grupo NEXO que fundamos en el 1996, vean las fotos en el link:

http://cubahumor.blogspot.com/2007_11_01_archive.html
Saludos

PolO dijo...

Me hiciste recordar mis primeros pininos con un "vertical". Odiaba aquel armatroste, pero el "verdadero" piano lo teniamos en la finca, en la sierra maestra, y alla iba solo en las vacaciones.
Que bonito, ese, tu post; lo disfrute.

PolO dijo...

Oye Güicho, eres tremenda peseta, jejeje.

Anónimo dijo...

Alfredo, qué epoca! yo también estuve en un "combo" ... en primer año de secundaria, aunque estudiaba piano, lo que hacíamos era bailar y cantar "si yo tuviera un martillo" Rita Pavone ... con una minifalda verde, camisa blanca y una corbata verde con la inicial de mi nombre bordada...
en aquella época ni habían fotos, eufrates del valle nos hubiera retratado...

Alfredo Pong dijo...

"Combos van y combos vienen
y en el aire se detiene"...

La Tía Tata y sus amiguitos