martes, septiembre 29, 2009
domingo, septiembre 27, 2009
TOMA CASTAÑAS
Dicen que Dios protege a los inocentes, a los borrachos y doy por supuesto que a los idiotas, también. ¿Cómo, sino, un grupo de artistas, la mayoría ya pasados de popularidad, pueden sentirse satisfechos con dar ese pobre des-concierto en La Habana? Es posible que asumieran el “reto de cantar en la boca del lobo” para relanzar sus carreras, creídos y engreídos, de que, a Ellos, el viejo lobo no les enseñaría los dientes. Pues, ¡Toma castaña!
Cuando escribí Sobre leyes y des-conciertos, lo que menos me importaba era la atuación de quienes, disfrazados bajo la felpuda oveja de las buenas intenciones, se reunirían para cantar en la base de la Raspadura, a los pies de un Martí escandalizado por la porbreza estética del acto mismo. Lo que me puso el vello como escarpia fue la mentalidad de barbacoa de algunos sectores del exilum tremens y su manía, dale que te pego, de imitar los modos de hacer del “otro lado” y allá se van, con los improperios, las amenazas y las piras de lo que sea, discos, libros, películas, camisas, etc., etc…
Eso ya pasó, aunque, mirándolo bien, lo peor no fue el concierto, lo peor, lo verdaderamente atrabiliario, es lo que ha venido después y, no obstante, ahora todos parecen conformes y embobados con los vídeos “clandestinos” en el lobby del hotel isleño y con las pos declaraciones de los artistas una vez dejaron atrás La Habana, sus secuelas y sus secuaces. Y es que, encontrar téminos medios en este batiburrillo de emociones, es tarea para Hércules.
Ahora refulge bajo las luces de los variopintos platós la supina ignorancia política de esos neo salvadores, que aterrizaron en el aeropuerto habanero con más desconocimiento que ropa en sus equipajes. Nada sabían de la realidad de la isla, nada de nada, pero regresaron iluminadísimos todos, poseedores de la verdad, más absoluta que el Abssolut Vodka. “Los cubanos son alegres -dicen- son divertidos” -aseguran. ¡Han descubierto el agua tibia!, olvidando que la mayor parte de su popularidad se la deben a los cubanos, que son los mismos, queridos míos, estén en Miami o en Tumbuctú.
”¡Los cubanos sólo piden que se levante el embargo, aunque sea a las medicinas!” ¡Upsss! Premio a la ignorancia, en la isla siempre han recibido medicinas y artículos de primera necesidad, que el régimen vende a los turistas sin preocuparse de quitarles el sello, sea de Cáritas, o de San Juan de los Palotes. ”Los cubanos piden a sus hermanos exiliados que los ayuden” ¡Otra vez, Upss! ¿Y que hemos estado haciendo hasta ahora? ¿Es que no saben que más del 80 % de la economía cubana depende de las ayudas de los gusanos, vende patrias y traidores que somos, los únicos capaces de pasar por alto nuestros resentimientos y dolores? ¿Acaso Olga Tañón, que esgrime su fé Católica para justificar silencios y omisiones, no pudo recordarle a los que claman por nuestra ayuda uno de los refranes populares más válidos hasta hoy: “Dios dice: ayúdate, que yo te ayudaré”?
Es que, oyéndoles me vienen ganas de parodiar a Juan Carlos de Borbón. ¿Ya cantaron, o berrearon, o lo que sea? Bueno, y ahora: “Por qué no se callan”?
Ninguno habla de lo que sucedió en el hotel, ni de la “cola de vigilancia” que llebaban donde quiera que iban. Nadie menciona el ataque de histeria de Miguel Bosé que, por cierto, me dejó de una pieza con eso de que “¿Por qué nos hacen esto a nosotros? ¿Por qué nos persionan? ¡Por qué no entienden que somos lo mejor que les ha pasado!” ¡Toma castaña, Miguelito? ¿Quiénes y qué te hicieron? ¿Con qué te presionaron? ¿Acaso intentaron chantajearte? O, los divertidos segurosos, que al fin y al cabo también son cubanos, tuvieron el mal gusto de gritarte: “¡No invente, Papito, que no va´a bailar!”
¿Tienes idea, Miguel Bosé, de cuántos de nosotros hemos vivido años de parecida desesperación, pero por razones muy diferentes y sin pasaporte ni billete para la huida? No, seguro que ni aún así tienes idea de lo que es, por eso no me apeno, no, no me apeno. ¡Toma castaña! -Repito- para que no sigas creyendo que eres especial y que los verdugos tendrán en cuenta tu “heróico gesto” de ir a cantarle al “pueblo”, sustantivo que para mí resulta hondamente sospechoso porque, ¡mira que en nombre del pueblo se han cometido atrocidades sin nombre!, y para ellos, los gerifaltes de una dictadura que tú, inocente, borracho o idiota, no lo sé, pensaste te tratarían como a un Deus Ex Machina dispuesto a salvar escollos micrófono en mano, para ellos, es hora que de que te enteres, ese mismo pueblo sólo es digno de desprecio.
Que ¿Por qué a ustedes? ¿Y por qué no? -Digo yo- si nos lo han hecho a quienes hemos nacido y crecido allí, por qué ustedes iban a hacer la diferencia. Dices que son “lo mejor que les ha pasado”, ¿a quiénes y por qué?, ¿de dónde te viene ese conocimiento de nuestra historia?, me pregunto, después de revisar una larga lista de muertos y olvidados que también creyeron ser lo mejor que les había pasado a la tiranía, ignorando que, dado su alto componente Narcisista, lo más plus que les ha sucedido a ellos, son ellos mismos. ¡Toma castañazo, tío! Cincuenta años dan para mucho y, como dice Paquito de Rivera, “Estamos hastas los mismos cataplines de que siempre llegue alguien a tratar de enseñarnos cómo hacer bien las cosas, oiga: que el tiempo de la colonización y la conquista ya pasó, así es que, a llorar, a otra parte.”
Maria Elena Cruz Varela / Madrid / 27 Septiembre del 2009
jueves, septiembre 24, 2009
martes, septiembre 22, 2009
UNA OPINIÓN AJENA PERO CERTERA
EDITORIAL del Diario Español El Mundo
Juanes y cía desaprovechan su oportunidad
22.09.2009
POCOS conciertos han tenido tanta repercusión internacional y han despertado tanta controversia como el ofrecido este domingo por Juanes y un nutrido grupo de artistas en La Habana. Más ajenos a la polémica dentro de la propia Cuba que fuera -mérito exclusivo de la férrea censura del régimen-, un millón de personas disfrutaron del evento cultural más multitudinario en la historia del país.
A nadie se le escapa que se trataba de mucho más que un maratón. El acontecimiento estaba marcado por la dimensión política que subyacía y por las enormes expectativas que se habían generado tanto entre partidarios como entre detractores de que se celebrara, éstos últimos -sobre todo, parte del exilio en Miami- por considerar que sería aprovechado como un lavado de imagen por el Gobierno castrista. Al final, ha quedado un sabor agridulce. Porque si bien es cierto que Juanes y sus amigos han tenido un comportamiento íntegro y no le han hecho el juego al régimen, antes lo contrario, produce tristeza que artistas con tanta proyección no hayan ido un paso más allá en el rechazo a la dictadura.
No se trataba, obviamente, de que lanzaran proclamas desde el escenario que hubieran podido desencadenar un grave problema de orden público. Pero había muchas formas de hacer patente la oposición al régimen. En primer lugar, sobraba el leitmotiv -Concierto por la Paz-, puesto que si algo no suele faltar en ninguna dictadura -y tampoco en la cubana- es la paz, la paz de los cementerios, a cambio, claro, del estrangulamiento de la libertad. Además, el concierto debería haberse aplazado hasta lograr un levantamiento del veto a muchos de los artistas a los que no se les ha permitido actuar. Porque todo apunta a que, al final, los organizadores del evento se han plegado en exceso a las exigencias del régimen para confeccionar el cartel.
Y, sobre todo, Juanes, Miguel Bosé, Aute, Víctor Manuel o cualquiera de los participantes podía haber tenido algún encuentro, antes o después del concierto, con miembros de la oposición cubana, o incluso haber tratado de visitar cualquiera de las cárceles abarrotadas de presos políticos, para que el gesto humanitario en el que pretendían convertir el concierto fuera algo más que retórica. Pero nada de ello se ha producido, por lo que nos encontramos ante una magnífica oportunidad desaprovechada.
Sin embargo, cabe reconocer que este histórico concierto ha estado trufado de algunos momentos positivos, en los que se trataba de tender puentes de reconciliación entre ciudadanos de la isla y ciudadanos en el exilio. Y no han faltado los mensajes encriptados, pero absolutamente reconocibles, en favor del cambio y la deseada transición en la isla. Sólo así cabe interpretar el apoyo expresado por Juanes a todos cuantos carecen de libertad «estén donde estén», o el grito de Bosé por «la paz, la libertad y la fraternidad entre cubanos». Tal vez por eso organizaciones que se habían opuesto al concierto en las últimas semanas, como el colectivo Cuba Democracia ya, elogiaron ayer el «honesto comportamiento» de Juanes, considerando su actuación como una importante aportación a la transición pacífica en el país.
Hay razones, por lo tanto, para celebrar la que ha sido lo más parecido a una manifestación de libertad en 50 años de Revolución -eso sí, a varios líderes de la disidencia se les prohibió asistir-. Ahora convendría a nuestros artistas recuperarse pronto de la euforia del momento y ponderar lo sucedido. Sobre todo para no escuchar a algunos, como Miguel Bosé, decir cosas tan exageradas como que «Cuba no volverá a ser la misma tras el concierto». Por desgracia, las dictaduras no caen sólo por las buenas intenciones. Bien lo saben los miles de represaliados que llevan cinco décadas luchando para conquistar la democracia.
Juanes y cía desaprovechan su oportunidad
22.09.2009
POCOS conciertos han tenido tanta repercusión internacional y han despertado tanta controversia como el ofrecido este domingo por Juanes y un nutrido grupo de artistas en La Habana. Más ajenos a la polémica dentro de la propia Cuba que fuera -mérito exclusivo de la férrea censura del régimen-, un millón de personas disfrutaron del evento cultural más multitudinario en la historia del país.
A nadie se le escapa que se trataba de mucho más que un maratón. El acontecimiento estaba marcado por la dimensión política que subyacía y por las enormes expectativas que se habían generado tanto entre partidarios como entre detractores de que se celebrara, éstos últimos -sobre todo, parte del exilio en Miami- por considerar que sería aprovechado como un lavado de imagen por el Gobierno castrista. Al final, ha quedado un sabor agridulce. Porque si bien es cierto que Juanes y sus amigos han tenido un comportamiento íntegro y no le han hecho el juego al régimen, antes lo contrario, produce tristeza que artistas con tanta proyección no hayan ido un paso más allá en el rechazo a la dictadura.
No se trataba, obviamente, de que lanzaran proclamas desde el escenario que hubieran podido desencadenar un grave problema de orden público. Pero había muchas formas de hacer patente la oposición al régimen. En primer lugar, sobraba el leitmotiv -Concierto por la Paz-, puesto que si algo no suele faltar en ninguna dictadura -y tampoco en la cubana- es la paz, la paz de los cementerios, a cambio, claro, del estrangulamiento de la libertad. Además, el concierto debería haberse aplazado hasta lograr un levantamiento del veto a muchos de los artistas a los que no se les ha permitido actuar. Porque todo apunta a que, al final, los organizadores del evento se han plegado en exceso a las exigencias del régimen para confeccionar el cartel.
Y, sobre todo, Juanes, Miguel Bosé, Aute, Víctor Manuel o cualquiera de los participantes podía haber tenido algún encuentro, antes o después del concierto, con miembros de la oposición cubana, o incluso haber tratado de visitar cualquiera de las cárceles abarrotadas de presos políticos, para que el gesto humanitario en el que pretendían convertir el concierto fuera algo más que retórica. Pero nada de ello se ha producido, por lo que nos encontramos ante una magnífica oportunidad desaprovechada.
Sin embargo, cabe reconocer que este histórico concierto ha estado trufado de algunos momentos positivos, en los que se trataba de tender puentes de reconciliación entre ciudadanos de la isla y ciudadanos en el exilio. Y no han faltado los mensajes encriptados, pero absolutamente reconocibles, en favor del cambio y la deseada transición en la isla. Sólo así cabe interpretar el apoyo expresado por Juanes a todos cuantos carecen de libertad «estén donde estén», o el grito de Bosé por «la paz, la libertad y la fraternidad entre cubanos». Tal vez por eso organizaciones que se habían opuesto al concierto en las últimas semanas, como el colectivo Cuba Democracia ya, elogiaron ayer el «honesto comportamiento» de Juanes, considerando su actuación como una importante aportación a la transición pacífica en el país.
Hay razones, por lo tanto, para celebrar la que ha sido lo más parecido a una manifestación de libertad en 50 años de Revolución -eso sí, a varios líderes de la disidencia se les prohibió asistir-. Ahora convendría a nuestros artistas recuperarse pronto de la euforia del momento y ponderar lo sucedido. Sobre todo para no escuchar a algunos, como Miguel Bosé, decir cosas tan exageradas como que «Cuba no volverá a ser la misma tras el concierto». Por desgracia, las dictaduras no caen sólo por las buenas intenciones. Bien lo saben los miles de represaliados que llevan cinco décadas luchando para conquistar la democracia.
domingo, septiembre 20, 2009
martes, septiembre 15, 2009
lunes, septiembre 14, 2009
lunes, septiembre 07, 2009
jueves, septiembre 03, 2009
MI BREVE HISTORIA COOPELIANA
Corría el año 1968, verano para ser más exacto, eran los días donde el tema recurrente entre los jovenes de mi generación, era la desobediencia; se hablaba en voz baja y con mucho recelo del Mayo de Paris y La Primavera de Praga que eran los violentos encuentros de mi generacion contra el Poder, que nos llenaba de esperanzas y fuerzas, para ser un poco más "rebeldes" en esa atmosfera que ya se hacía insoportable, en aquella ciudad que ya comenzaba a desdibujar las huellas de lo que habia sido solamente una decada atrás, todavía quedaban los restos de la sociedad de consumo que se había esfumado, quedaban aún algunos radios de bateria o pilas como le llamabamos, y esa era la única ventana libre que nos conectaba al mundo exterior, ese era el vinculo con la música de la llamada Nueva Ola, y a cuya cabeza iban entre otros, los Beatles el tope de nuestras preferencias.
En el país no se escuchaba música en inglés, sólo las torturantes guarachas añejas y algún que otro corrido o bolero con sabor a pañal usado, rebuscábamos cosas perdidas, intentando recuperar la memoria del pasado reciente, que nuestros mayores se negaban a contar para no contagiarnos , “ para protegernos" según ellos.
Y un día buscando entre cosas guardadas en gavetas y cajones viejos me encontré con una navaja sevillana, una auténtica reliquia , quizás de mi abuela española o alguno de mis tios que ya se habían marchado del país.
Era un instrumento perfecto, con su mango hecho de la cornamenta de toro, que guardaba esa hoja ancha y curveada toda tallada en arabezcos que concluía en una ancha franja filosa, toda calada en una incrustación dorada, bello instrumento, demasiado tentador para devolverlo al cajón, y así me la guardé en el bolsillo, sintiéndome más importante, como todo un gitano en cualquier calle de España, olvidandome que ni yo era calé, ni estabamos en Sevilla.
Siempre salíamos el mismo grupo de amigos del barrio, eramos los que nos escondiamos en la azotea para escuchar la radio del enemigo, la WQAM, la WLCY o la WGBS de Miami, y hasta Arkansas con la KAAY en Little Rock, pasada la medianoche con su programa de música "underground" ( Baker Street).
Salíamos al único lugar posible para sentir un poco de aire fresco y de ver juventud y hasta "cazar" alguna "piruja", caminabamos Rampa arriba, Rampa abajo y terminábamos en el Coppelia, enorme heladería recién inaugurada con aquellos 50 sabores que no duraron ni el tiempo justo para poder probarlos todos, ( aún no conozco a nadie que haya logrado semejante “proeza” ), yo estaba en espera de ingresar a una beca, único medio de escapar del SMO
( Servicio Militar Obligatorio), por lo que me había dejado crecer el pelo más de lo normal, lo que era una forma de llamar la atención y sentirse admirado por el resto de los jovenes que comenzaban a ser domesticados poco a poco.
Y fué una de esas noches de verano, en el Coppelia, en que estabamos el grupo haciendo la cola interminable para tomar un Sundae o una ensalada de helados, cuando sentimos el barullo al final de la fila, eran unos jovenes que estaban siendo asaltados por una Señora vestida de miliciana y dos secundones más en la misma facha, tenían agarrado a un flaquito y sin ningún miramiento le estaban cortando el pantalón desde los bajos hasta la altura de la rodilla, pués llevaba el “pitusa” según ellos, demasiado apretados y eso era de “mariconsito” ; el muchacho pálido y con rabia no se atrevِía a reaccionar porque los dos milicianos le sostenian mientras aquella bruja gritaba frases en un acento que no era criollo pero si familiar...nos acercamos y vimos que se trataba de la actriz de TV: la célebre Ana Lasalle, quien gozaba dejando al pobre diablo con una pierna del pantalón echa flecos, sonriendo y creyéndose impune giró hacia nosotros y gritó:
- ! Y a estos peludos, vamos a hacerles una malanguita muy bonita...!
Error fatal para la española del demonio, porque en medio de la alocución y para su sorpresa mi mano ya estaba en el bolsillo con la sevillana entre mis dedos, y en un rapto de rabia, odio y miedo, saqué la hoja filosa y se la puse en el pecho, mientras le gritaba a todo pulmón :
- ¡ Hija de p… si me tocas te parto en dos...!
Y se formó el acabóse.....! los dos milicanos que resultaron unos viejos decrépitos por poco de desmayan entre diarreas y pedos, la gente se acercó formando un tumulto alrededor, mientrás la española tartamudeaba ( quizás recordando a Franco...) y nosotros aún con la imagen de la “Gata “ más pálida que una vela, parada sin moverse, salimos disparados rompiendo el ruedo de la multitud que se dispersaba en un total desorden, mi grupo tomó diferentes direcciones, yo, corrí como nunca lo había hecho hasta entonces, ( y estaba entrenado para los 100 metros planos con muy buen record ) llegué a Infanta y San Lázaro en apenas minutos y casí al vuelo me trepé en el estribo de la puerta de una ruta 68 que me llevó de vuelta al barrio, del que no me moví por casi un mes.
Todavia hoy, es una leyenda entre mi gente, el susto que le dí a Doña Tecla alias la Gata, y todos mis amigos compartían el secreto con orgullo, y cuando pasado los años algunos seguíamos viendo a semejante personaje interpretar papeles en programas más aburridos que leerse la Biblia en Braile, pensábamos que nunca hizo mejor papel en su vida que aquella noche en que se quedó sola en la escena mientras su público con la llegada de la P.N.R. * se alejaba a todo tren, y con la mente en blanco, y sin guión, balbuceaba:
- Pero....pero....pero.....
Me imagino que en el infierno donde debe estar hoy, de seguro es la barbera de Carlitos Marx, o del atorrante Che Guevara o quizás, quién sabe si no estará esperando estrenar unas nuevas tijeras para cuando llegue su mentor el Coma-Andante en Jefe que ya anuncia su próxima llegada.....
* - Policía Nacional Revolucionaria
En el país no se escuchaba música en inglés, sólo las torturantes guarachas añejas y algún que otro corrido o bolero con sabor a pañal usado, rebuscábamos cosas perdidas, intentando recuperar la memoria del pasado reciente, que nuestros mayores se negaban a contar para no contagiarnos , “ para protegernos" según ellos.
Y un día buscando entre cosas guardadas en gavetas y cajones viejos me encontré con una navaja sevillana, una auténtica reliquia , quizás de mi abuela española o alguno de mis tios que ya se habían marchado del país.
Era un instrumento perfecto, con su mango hecho de la cornamenta de toro, que guardaba esa hoja ancha y curveada toda tallada en arabezcos que concluía en una ancha franja filosa, toda calada en una incrustación dorada, bello instrumento, demasiado tentador para devolverlo al cajón, y así me la guardé en el bolsillo, sintiéndome más importante, como todo un gitano en cualquier calle de España, olvidandome que ni yo era calé, ni estabamos en Sevilla.
Siempre salíamos el mismo grupo de amigos del barrio, eramos los que nos escondiamos en la azotea para escuchar la radio del enemigo, la WQAM, la WLCY o la WGBS de Miami, y hasta Arkansas con la KAAY en Little Rock, pasada la medianoche con su programa de música "underground" ( Baker Street).
Salíamos al único lugar posible para sentir un poco de aire fresco y de ver juventud y hasta "cazar" alguna "piruja", caminabamos Rampa arriba, Rampa abajo y terminábamos en el Coppelia, enorme heladería recién inaugurada con aquellos 50 sabores que no duraron ni el tiempo justo para poder probarlos todos, ( aún no conozco a nadie que haya logrado semejante “proeza” ), yo estaba en espera de ingresar a una beca, único medio de escapar del SMO
( Servicio Militar Obligatorio), por lo que me había dejado crecer el pelo más de lo normal, lo que era una forma de llamar la atención y sentirse admirado por el resto de los jovenes que comenzaban a ser domesticados poco a poco.
Y fué una de esas noches de verano, en el Coppelia, en que estabamos el grupo haciendo la cola interminable para tomar un Sundae o una ensalada de helados, cuando sentimos el barullo al final de la fila, eran unos jovenes que estaban siendo asaltados por una Señora vestida de miliciana y dos secundones más en la misma facha, tenían agarrado a un flaquito y sin ningún miramiento le estaban cortando el pantalón desde los bajos hasta la altura de la rodilla, pués llevaba el “pitusa” según ellos, demasiado apretados y eso era de “mariconsito” ; el muchacho pálido y con rabia no se atrevِía a reaccionar porque los dos milicianos le sostenian mientras aquella bruja gritaba frases en un acento que no era criollo pero si familiar...nos acercamos y vimos que se trataba de la actriz de TV: la célebre Ana Lasalle, quien gozaba dejando al pobre diablo con una pierna del pantalón echa flecos, sonriendo y creyéndose impune giró hacia nosotros y gritó:
- ! Y a estos peludos, vamos a hacerles una malanguita muy bonita...!
Error fatal para la española del demonio, porque en medio de la alocución y para su sorpresa mi mano ya estaba en el bolsillo con la sevillana entre mis dedos, y en un rapto de rabia, odio y miedo, saqué la hoja filosa y se la puse en el pecho, mientras le gritaba a todo pulmón :
- ¡ Hija de p… si me tocas te parto en dos...!
Y se formó el acabóse.....! los dos milicanos que resultaron unos viejos decrépitos por poco de desmayan entre diarreas y pedos, la gente se acercó formando un tumulto alrededor, mientrás la española tartamudeaba ( quizás recordando a Franco...) y nosotros aún con la imagen de la “Gata “ más pálida que una vela, parada sin moverse, salimos disparados rompiendo el ruedo de la multitud que se dispersaba en un total desorden, mi grupo tomó diferentes direcciones, yo, corrí como nunca lo había hecho hasta entonces, ( y estaba entrenado para los 100 metros planos con muy buen record ) llegué a Infanta y San Lázaro en apenas minutos y casí al vuelo me trepé en el estribo de la puerta de una ruta 68 que me llevó de vuelta al barrio, del que no me moví por casi un mes.
Todavia hoy, es una leyenda entre mi gente, el susto que le dí a Doña Tecla alias la Gata, y todos mis amigos compartían el secreto con orgullo, y cuando pasado los años algunos seguíamos viendo a semejante personaje interpretar papeles en programas más aburridos que leerse la Biblia en Braile, pensábamos que nunca hizo mejor papel en su vida que aquella noche en que se quedó sola en la escena mientras su público con la llegada de la P.N.R. * se alejaba a todo tren, y con la mente en blanco, y sin guión, balbuceaba:
- Pero....pero....pero.....
Me imagino que en el infierno donde debe estar hoy, de seguro es la barbera de Carlitos Marx, o del atorrante Che Guevara o quizás, quién sabe si no estará esperando estrenar unas nuevas tijeras para cuando llegue su mentor el Coma-Andante en Jefe que ya anuncia su próxima llegada.....
* - Policía Nacional Revolucionaria
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