Mi padrino culinario Alfonso Chiong sentado al extremo derecho.Haga click sobre la imagen para verla mejor.
domingo, noviembre 25, 2012
miércoles, noviembre 21, 2012
jueves, noviembre 15, 2012
viernes, noviembre 09, 2012
AL QUE NO QUIERE CALDO, TRES TAZAS
La decadencia de Estados Unidos
Enrique de Diego Villagrán
(Segovia, 1956) es un periodista y
ensayista español, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad
Complutense de Madrid..
La victoria electoral de Barack Husein Obama
es una pésima noticia en medio de una crisis que amenaza con llevarse por
delante la civilización occidental. Obama es un personaje, simplemente,
nefasto. Con su reelección se certifica la decadencia de Estados Unidos.
Multiraletarismo no es más que un palabro que difumina la pérdida de liderazgo
por parte de USA. Pero Obama no es la causa de los profundos males de
Norteamérica, sino su efecto.
Obama ha sido reelegido con todos
los parámetros de su gestión en términos de fracaso y en muchos aspectos de
desastre. En una nación en la que el pleno empleo ha sido la costumbre, el paro
se sitúa por encima del 8% y ha aparecido el desempleo de larga duración, que
allí se mide desde los seis meses, que era algo por completo desconocido. Su
política internacional se ha caracterizado por el apoyo estúpido y suicida al
integrismo islámico y el fruto cosechado ha sido el asesinato del embajador en
Libia, que ha quedado impune. La primera gran operación del Cuerpo de Marines
fue una exitosa expedición de castigo a Trípoli contra la piratería berberisca
que había secuestrado a ciudadanos norteamericanos. El asesinato del embajador
fue perpetrado por los mismos que él y su comandante en jefe habían apoyado.
Por tanto, y esta es la primera
conclusión, la democracia que se establecía como sistema de corrección de
errores y castigo al mal gestor ha dejado de funcionar. Obama es
manifiestamente un mal gestor y su intención de llevar a Estados Unidos hacia
el modelo europeo, de corte estatista y socialdemócracia, está causando daños
intensos en la sociedad, mediante el paro y la deuda, sin que ello haya sido
castigado por los electores. El castigo era el instinto democrático, al margen
de las virtudes o defectos de Romney.
Pero las causas de esta decadencia
de Estados Unidos –“la mayor potencia a favor de la libertad surgida en la
historia de la Humanidad”, según la afirmación de Margaret Thatcher- son más
profundas. Se ha roto el consenso básico que conformó a los Estados Unidos en
el sentido thatcheriano como una nación basada en la libertad de la persona
frente al poder coercitivo del Estado y la burocracia. Puede decirse que el
Estados Unidos de Obama es una nación nueva que poco tiene que ver con la de
Abraham Lincoln o Jefferson y sólo la mayoría de los republicanos en la Cámara
de los Representantes hace funcionar el equilibrio de poderes y la existencia
de un contrapoder.
Ni me gusta Obama, ni lo que
representa. Obama representa un Estados Unidos multicultural en el que, a tenor
de lo expuesto por todos los comentaristas, se vota a través de grupos étnicos,
de comunidades yuxtapuestas, de modo que los negros, los hispanos y las mujeres
–nada ha hecho más daño a la civilización occidental que la corrupción de la mujer
a través del feminismo- son los que han dado la victoria a Obama. Una
coalición, pues, de minorías, definidos de manera étnica. La minoría
anglosajona protestante ha dejado de liderar a la nación. Estados Unidos se
había presentado históricamente como la tierra de promisión en la que recalaban
los emigrantes, los desheredados del viejo mundo para recalar en el nuevo y
abrirse paso mediante su esfuerzo personal. Era un crisol basado en principios.
Lo refleja con extraordinaria pasión la película “América” de Elia Kazan. Era
un crisol en el que se fundían personas de diversas procedencias que aceptaban
unos principios comunes.
El Estados Unidos de Obama es
multicultural. Se trata de establecer comunidades raciales y racistas. Esos
analistas que hablan de grupos étnicos reflejan una realidad con algunas
categorías mentales que serían inteligibles para el estado mayor de las SS.
Esas comunidades, mediante una coalición de minorías, pretende no buscar y
dejar buscar a los demás la felicidad, sino obtenerla del dinero de los otros
mediante la depredación del Estado a través de subvenciones y privilegios,
depauperando a las clases medias. Es la ambientación generada por lo
políticamente correcto. La consecuencia es el empobrecimiento paulatino de la
sociedad que afecta especialmente a los votantes de Obama, los más perjudicados
por esa línea ineficiente. Ese es el esquema que está fracasando
estrepitosamente en Europa.
El grupo étnico que está
desnivelando la balanza es el los hispanos y su avance demográfico indica que
lo hará en creciente medida. La identificación de un criterio racial con una
posición política me repugna. Los emigrantes del pasado se integraban en el
consenso básico de Estados Unidos. Los hispanos lo están cambiando. Las
políticas migratorias invasivas y subvencionadas están teniendo un efecto
corrosivo. No debería ser así, pero es lo que está sucediendo. Como sus
precedentes, los hispanos podrían tener a reforzar los principios de los padres
fundadores, pero no está siendo así.
Obama es el personaje más nefasto
de la historia de los Estados Unidos. Por supuesto, no es ningún
revolucionario. Está manifiestamente al servicio de las élites financieras,
pues lo que está haciendo es trasvasar dinero del contribuyente a esas élites,
pero la retórica de la drogodependencia estatal y del resentimiento social cala
en esos grupos étnicos que son sus víctimas. El economista negro Thomas Sowell
ha explicado con brillantez como esas políticas destruyen a la familia negra y
restan movilidad social, generando ghettos. El ghetto ha sustituido al american
wa of life. La demolición de ese modelo se lleva predicando durante décadas en
las cátedras universitarias y en los medios de comunicación. Quiero alabar el
esfuerzo reactivo del Tea party.
Me cabe recordar el diagnóstico
tremendamente premonitorio de San Josemaría Escrivá de Balaguer escrito el 14
de febrero de 1974 en su texto –recomendando su lectura- “La tercera
campanada”: “Toda una civilización se tambalea impotente y sin recursos
morales”. Esa civilización cristiana, geográficamente occidental, se tambalea
con espasmos cada vez más fuertes en Europa y también en Estados Unidos, cuya
sociedad civil parecía más fuerte y, por ende, más inmune. En el momento
actual, tiene parte de mitología.
El panorama recuerda en demasía la
decadencia del Imperio romano, y USA, a pesar de su tendencia aislacionista, ha
tenido bastante de imperio y mucho de gendarme del mundo. Los bárbaros han
atravesado el limes y forman grupos “étnicos”, que imponen nuevos criterios,
muchos de ellos traídos de los lugares fracasados de los que aparentemente
venían huyendo. Estados Unidos que había desplegado los principios de la
civilización se ha vuelto tribal. Votan un conjunto de tribus en litigio, aún
ahormadas por el patriotismo, pero son tribus, al fin y al cabo, y así se las
presenta, aunque se no utilice con precisión ese calificativo.
Es preciso desarrollar un
movimiento ilustrado –es lo que he pretendido y pretendo con mis libros y con
Regeneración- que cree en el ambiente necesario para la supervivencia de las
clases medias y de la civilización. Sin racionalidad, el medio ambiente está
lleno de emociones buenistas que pueden conducir a conflictos internos a medida
que avance la pobreza, porque ni la adoración al Estado (me remito al último
capítulo de mi libro “Carta a los jóvenes”) ni el multiculturalismo son capaces
de asegurar los actuales niveles de población, ni los estándares alcanzados,
sino que encaminan a las sociedades hacia la indigencia y el hambre. Y las
poblaciones respaldan, con el voto, su propio sacrificio en una pulsión
suicida.
martes, noviembre 06, 2012
viernes, noviembre 02, 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)